Mucho se ha hablado del estreno de Zoolander 2 (Zoolander No. 2, para cumplir con el formato). En mi caso, antes de poder ver el estreno de esta segunda parte de la película que mató a muchos de risa en el 2001, me llegué a encontrar con opiniones incrédulas y cínicas, muchas de ellas negativas hacia Zoolander, dirigida por Ben Stiller. IMDB le da 5,4 de 10 , en Rottentomatoes con costos le dan una estrellita En mi caso, tengo que decir que – siéndole fiel a su predecesora, le doy un 7 rayando en 8, siendo muy avara y basándome simplemente en el efecto que logró en mí.
Haters gonna hate
¡¿Por qué?! Pensarán algunos críticos esnobs. Pues porque debo admitir que me reí mucho y me hizo pasar un rato realmente agradable.
En medio del pesado ambiente que siempre acarrean a su paso los premios Oscar, sentí Zoolander 2 como una bocanada de aire fresco. A ver, Zoolander no busca premios, ni busca ser la comedia referente del siglo. Zoolander es una película estúpida, simple y sencillamente, que utiliza los chistes más sencillos y predecibles, con actuaciones exageradas, rídiculas y muchos cameos famosos. Eso es Zoolander 2, exactamente lo mismo que fue Zoolander 1 (pero tomando en cuenta que es una secuela).
Zoolander 2 es una muy buena continuación … y cierre
Definitivamente. La fuerza de la historia de Zoolander 2 se encuentra en las buenas memorias que la precuela nos dejó, como: El Centro Derek Zoolander para Niños que No Pueden Leer Bien y que Quieren Aprender a Hacer Otras Cosas, la broma del helado en el auto, el destino del hijo de Zoolander, el misticismo sexual de Hansel (Owen Wilson), la mirada Magnum, la Blue Steel (y la Aqua Vitae), Billy Zane, entre mil otras cosas.
Muchos critican el hecho de que la película se refiere o inclusive, recicla chistes de Zoolander 1. Ok, es cierto. Pero, de nuevo, ¿acaso no es una secuela? En mi opinión, los chistes de Zoolander 2 nos regalan risas que además de la comedia son provocadas por nostalgia.
Pero lo más interesante y gracioso es situar a los dos súper modelos del 2000, quince años más tarde, en un mundo que no conocen y que -principalmente- no los conoce a ellos: Selfies, nuevas celebridades, redes sociales, teléfonos inteligentes, nuevas tendencias y hasta nuevos tipo de humor hacen que los personajes destaquen aún más por su ignorancia.
Nuevas (y más) celebridades
Al principio, debo admitir que cuando vi a Penélope Cruz y empecé a ver en redes sociales las apariciones de celebridades como Cara Delevigne, Katy Perry o Justin Bieber me sonó a malas noticias. Y por suerte me equivoqué. Esperen cameos interminables de todo tipo de artistas o celebridades actuales o íconos de la moda burlándose de ellos mismos, sin ninguna reserva, sin tomárselo en serio. Al contrario de lo que pasa en muchas películas, en Zoolander 2 las celebridades tuvieron un papel estelar (aún mayor del que tuvieron en la precuela, y con mucho sentido). Damn, Benedict Cumberbatch, por ejemplo en el papel de un modelo andrógino llamado «Todo» que se casó con sí mismo ya que en Italia el monomatrimonio ya era legal.
La mejor campaña en redes sociales
Algo que levantó muchísimo el hype, y posiblemente elevó a niveles exorbitantes las expectativas del público, fue la maravillosa campaña realizada en medios sociales (posiblemente una de las mejores vistas en el cine). Comenzando con el lanzamiento de la noticia de que habría segunda parte en el desfile de Valentino en el Fashion Week de Paris el año pasado, hasta la inclusión de celebridades en su Instagram, incluyendo a la mismísima Barbie de Mattel o mensajes alusivos a festividades con la mejor vuelta posible, como el siguiente mensaje de San «Valentino» o la referencia al hit de Netflix «Making a Murderer«.
Algunas cosas no tienen ningún sentido
Es cierto, hay huecos gigantes en la historia, cosas que no agregan al desenlace, que no tienen ningún sentido, personajes que sobran … ¿y qué? Ellos mismos lo mencionan y lo cuestionan, y a la vez lo admiten. Zoolander 2 es la continuación de una absurda precuela ambientada en tiempos contemporáneos y a la vez, un recordatorio para todos sus fans de que a veces hay que reír de lo absurdo, de lo ridículo, lo irrelevante. De los chistes de los 90s y los 2000, con los que crecimos y ahora, como radio Musical, nos traen recuerdos. Si no son fans de Zoolander, posiblemente no la entenderán y la terminarán odiando. Y si lo son, recordemos de dónde vinimos, dejemos a Hansel y a Derek salvar al mundo de la moda de las manos del temerario Mugatu, y procuremos tomar esa hora y 42 minutos para pasarla bien ¡y dejar de tomarnos todo tan en serio!