Año 2001: Empiezo mi primer año de colegio con 13 años recién cumplidos. El haber tenido alguna vez 13 años, hoy (a mis casi 29 años) suena como a la intro de Los Años Maravillosos. Me podría imaginar un tiempo muchísimo más sencillo, donde se iba al colegio de lunes a viernes y no importaba si había que quedarse a alguna clase extracurricular, los cortes de recreo y almuerzo eran suficiente para pasarla bien con los amigos. Sin responsabilidades, sin preocupaciones. Pero la verdad, haciendo una violenta retrospectiva a esos primeros años de adolescencia, el ritmo de mi soundtrack era muy diferente a aquello. La adolescencia es todo menos bonita. Es una verdadera mierda. Y si me lo preguntan, el soundtrack de mi adolescencia sonaba un poco más a gritos guturales y muchísima distorsión de furiosas guitarras eléctricas.
Mi papá siempre fue un gran fanático de la televisión (de algún lugar debí haberlo heredado) y por medio del hermoso canal argentino Music Match recuerdo haber escuchado y visto por primera vez una de las canciones que se convertirían en la banda sonora de mi adolescencia y mi adultez, hasta el día de hoy:
La banda se llamaba At The Drive In, la canción One Armed Scissor y el disco, Relationship of Command.
¿Qué se supone que hace uno después de haber visto algo como esto?
En una etapa donde todos los sentimientos y emociones están a flor de piel, nada ni nadie me hablaba más claro que el sonido de At The Drive In. Nada había tenido tanto sentido hasta ahora. De verdad.
Es difícil encasillar a este grupo de El Paso, Texas en un solo género. Algunos dicen que es post punk, post hardcore, rock experimental… y es que realmente es eso: ATDI es todo lo que es EXPERIMENTAL. Es pasar de canciones sumamente melosas y tranquilas como Non-Zero Possibility, Transatlantic Foe y Hourglass; hasta piezas sumamente histéricas y frenéticas como Sleepwalk Capsules, Picket Fence Cartel, Mannequin Republic, Rolodex Propaganda o aquellas que mezclan ambos aspectos como Enfilade (esta muy similar en parte a lo que serían algunas de las canciones de The Mars Volta), Invalid Litter Dept, entre muchas de las piezas en su querido legado a la música moderna.
Después de una adolescencia de los mil infiernos donde encajar parecía imposible -e intentarlo no valía la pena, una procede a buscar refugio en lo que nunca en la vida nos va a fallar. En mi caso, la música. En mi caso: At The Drive In.
La voz de Cedric Bixler-Zavala, joven, inmaduro, gritón y sin embargo, poético a su manera, se convertiría en la voz de mi adolescencia. Sus gritos frenéticos serían la mayor referencia y expresión de ira y felicidad que conocería. Los riffs atonales del multi-instrumentalista y «sobretalentado» OmarRodríguez López , se convertirían en mi música de fondo, en el soundtrack de cada momento de mi vida.
At The Drive In se creó en el año 1993 y se desintegró en el 2001, después de haber grabado 3 álbumes de estudio (Acrobatic Tenement en 1996, In/Casino/Out en 1998, Relationship Of Command en el 2000) y varios EPs como Hell Paso (1994), ¡Alfaro Vive, Carajo! (1995), El Gran Orgo (1997) y Vaya (1998). Ese 2001 entrarían a mi vida. Qué suerte. Nunca los vería en vivo.
Después de At The Drive In…
Después de separarse, los 5 integrantes originales, se enrumbarían en nuevas experiencias y grupos, de una calidad musical igualmente alta. Pero nunca sería lo mismo. Es posible que una gran parte de la gente (posiblemente la mayoría) haya conocido a Cedric Bixler-Zavala y a Omar Rodríguez López en la mítica y experimental banda The Mars Volta (producto posterior a su banda De Facto), con su primer disco Deloused in the Cromatorium (2003) y singles inolvidables como «This Apparatus Must Be Unearthed«, «Inertiatic Esp» o la muy sensible «Televators«. Los dos amigos de El Paso habían ganado madurez. Su experimentación musical ya no sonaba como un (hermoso) desastre adolescente. Su sonido era fino, más pensado, más contenido. En el 2005 sacarían Frances The Mute, con más piezas excelentes como The Widow o L’Via L’Viaquez. Al mismo tiempo en que Mars Volta grababa y salía de tour, Omar Rodríguez empezaba a entusiasmarse con su proyecto Bosnian Rainbows, por lo cual Cedric decide marcharse de la banda y el 24 de enero del 2013 se anuncia el final de The Mars Volta. Otra triste despedida.
Por otro lado, Jim Ward (ex-bajista de At The Drive-In), Tony Hajjar (ex-baterista de At The Drive-In) y Paul Hinojos (ex-bajista de ATDI) formarían lo que sería Sparta. Una banda menos rebelde, mucho más controlada y menos oscura, que igual guardaba elementos de la banda original. Puedo destacar el álbum Wiretap Scars del 2002, el single Cut Your Ribbon y la muy calmada y semi-espacial Collapse.
En el 2012 (o a finales de The Mars Volta), como lo mencionaba anteriormente, aparece en el ecosistema que rodea a At The Drive-In la banda Bosnian Rainbows, en la que forma parte Omar Rodríguez López, junto a Deantoni Parks en la batería y teclados (anterior y breve baterista de The Mars Volta y baterista de KUDU) y la vocalista de Le Butcherettes, Teri Gender Bender y Nicci Kasper de KUDU y Dark Angels en el teclado. Una propuesta aún más madura, más pop que los grupos anteriores sin embargo, no menos experimental ni menos oscura, en especial en los ácidos solos de guitarra que caracterizan la obra de Rodríguez-López. Definitivamente el guitarrista, e ícono en común de los muchísimos proyectos asociados con de At The Drive-In, después de su separación, es el típico músico que no puede quedarse quedito. Que se aburre rápidamente y encuentra en los proyectos musicales subyacentes una nueva fuente de estamina y dosis de adrenalina. Bosnian Rainbows, como muchos de sus otros proyectos, nació como una alternativa para explorar nuevos sonidos y superar el aburrimiento.
El 5 de agosto del 2012 pasó lo que nadie esperaba: At The Drive In regresaba a presentarse en vivo en Coachella, después de 11 años de silencio: THIS STATION IS NOW OPERATIONAL! (El mismo año y el mismo Coachella en que se reuniría Neutral Milk Hotel ¡qué desgracia!). Con mi salario de redactora creativa, no pude viajar a California y ver a mi banda favorita de todos los tiempos reunirse por primera vez desde que los llegué a conocer.
Después de eso había perdido toda esperanza, hasta este 21 de enero, donde anunciaron una gira que incluía varias locaciones de Estados Unidos y Europa, incluyendo Barcelona. Los planetas se alinearon para que yo, en este momento de mi vida, me encuentre del otro lado del charco y como una llamada divina compré de inmediato la entrada al que podría llegar a ser el concierto de mi vida (junto a Deftones en Lollapalooza en el 2011).
Después de dramas, separaciones y la búsqueda de nuevos sonidos, ámbitos de la vida, familia y hasta nuevos lugares que habitar, los 5 integrantes originales: Cedric Bixler-Zavala, Omar Rodríguez-López, Jim Ward, Paul Hinojos y Tony Hajjar, deciden dejar una porción del pasado atrás y volver a aquella porción que realmente alguna vez los apasionó y los convirtió en amigos. Como Rodríguez comenta en una entrevista exclusiva con Fuse.tv, At The Drive In no se siente para ellos como una banda o un negocio (a pesar de que alguna vez llegaron a encabezar las listas de mejores discos de rock, nunca vendieron muchísimos discos y At The Drive In no los hizo millonarios). No, ATDI no era un negocio. At The Drive-In era una familia, era el hogar. Y esa nostálgica reunión en Texas abrió el camino a no solo un reencuentro, sino a lo que parece ser una nueva era para la banda. Una era en la que además de conciertos, esperamos material nuevo.
¿Qué hay en el futuro para At The Drive-In?
Con el fin de armar un buen playlist para este post, procedí a buscar a la banda en Spotify y me di cuenta (una vez más) que mucho de su material (incluyendo el aclamadísimo «Relationship Of Command») no se encuentra allí. Esto no solo me enfureció, sino que me hizo reflexionar en lo que significaría el retorno de la banda en el mundo musical de hoy. Primero, serían automáticamente aclamados por una nueva base de fans, cada vez más indie y experimental, apoyándose no solo en su sonido -que al día de hoy sigue siendo fresco, sino también en la popularidad ganada de parte de su emblema humano: Omar Rodríguez-López. Los fans viejos saldrían de sus tumbas. El merchandise o material promocional de la banda (que nunca ha sido bueno) empezaría a vender. Y el clamor que podrían lograr con el uso de nuevos medios de difusión con los cuales no contaban a principios del 2000, los haría explotar. Spotify, redes sociales. Solo falta ver el «buzz» que la banda generó al salir con su tour del 2016 para darse una idea del fenómeno que tenemos al frente.
At The Drive In es para siempre.
Como los mismos miembros de la banda confiesan, en el 2001, después de haber lanzado el exitosísimo disco que los haría marcar historia en el rock alternativo (sí, una vez más, el Relationship Of Command), su vida había convertido en más de 6 años sin parar de grabar e ir de tour, sin tener un tiempo para respirar y pensar sobre lo que estaban haciendo. Esto fue separando a los muy jóvenes amigos de El Paso, en su primer encuentro con la fama. La música de At The Drive In, así como sus integrantes, necesitaban espacio para crecer, madurar, entender hasta dónde podían llegar y adónde querían ir. Todos tuvieron su chance de probar suerte por su lado, pero siempre hubo algo que los unía, algo que era más fuerte que ellos: Sus raíces.
Como fanática declarada de la banda desde el principio del 2000, y como muchos otros adolescentes y jóvenes adultos de la época que (en parte) hemos crecido, no puedo esperar por ver lo nuevo con lo que nos puede sorprender At The Drive In. De 1996 con Acrobatic Tenement hasta el 2000, notamos una evolución sustancial de la música de la banda, sin perder su esencia rebelde, sus beats inesperados y la manera en que nos logran conducir hacia el clímax con sus letras y música. No me imaginé que esto fuera a pasar tan pronto, pero debo decir que nunca perdí la esperanza de verlos de nuevo juntos, creando la música que seguirá poniéndole melodías a la banda sonora de mi vida. Hay algo más fuerte que todos nosotros, y eso es la música.