Por Sergio Beeche Antezana
Es porque Pixar nos tiene acostumbrados a sus historias magistrales y personajes memorables que uno espera una calidad fuera de lo común en sus largometrajes. Ahora, con sus más de veinte años de existencia, el excelente estudio de animación estrena su filme número dieciséis, que, luego de la inigualable Inside Out, es el segundo en un mismo año, rompiendo la tradición de un largometraje anual.
Ese dichoso número 16 es The Good Dinosaur (Un Gran Dinosaurio), película originalmente dirigida por Bob Peterson y sacada a flote por Peter Sohn, luego de problemas con la historia y concepto originalmente planteados. (El hecho del doble estreno es porque esta película estaba planeada para el año pasado.)
Estos problemas creativos que suceden durante producción de filmes así son evidentes en el resultado final de la película, y ya dos veces sucedió con Pixar: Cars 2, terrible experiencia para estudio y público en general, y Ratatouille, uno de los mejores filmes animados que hay.
Entonces, The Good Dinosaur sufre ligeramente de poca profundidad al no terminar de desarrollar a sus personajes, que son extremadamente carismáticos y agradables. Al tener tanto potencial, apenas llega a ser explotado por el guión.
No le quita, por suerte, la eficacia de una narración inofensiva y con un ritmo diferente a las aventuras que se acostumbra ver.
Seguimos a Arlo y a Spot, un apatosaurio y un niño que forman una amistad poco probable pero posible en la excelente creación de un mundo donde los dinosaurios no dejaron de existir y ahora son granjeros y vaqueros. El carisma de los dos personajes (en especial de Spot) y el diseño más caricaturesco será el contraste con los fondos impecables, brillantes y, definitivamente, dignos de admirar.
Esa realidad de los paisajes da un mayor sentido de peligro cuando la naturaleza es el antagonista principal en el viaje de Arlo. Él debe superar los miedos que tiene del gigantesco mundo y las amenazas que hay en cada rincón de los hermosos parajes silvestres, contrastado con los lugares y momentos agradables, también parte de lo que es el mundo en nuestra realidad.
Así, las caracterizaciones y personalidades (de personajes y escenarios) vienen, sobre todo, de los movimientos y expresiones que no se dicen, sino que se ven en los dos planos de animación del filme. Con muy buena música y temas con los que cualquiera se podrá identificar, sea por algún suceso, acción o sentimiento.
The Good Dinosaur no pretende ser muy revolucionaria en su historia. Apenas quiere que acompañemos a Arlo y a Spot en sus crecimientos como niño y dinosaurio (¿hay alguna diferencia?) y en el descubrimiento de que una amistad puede venir de cualquier lugar y/o especie. Que no se necesita hablar el mismo idioma o comer las mismas cosas para sentir cariño por alguien con quien se comparte y se llega a conocer con el tiempo. En eso, la película triunfa y se disfruta de todas maneras, por más que uno quiera (y deba) señalarle los pequeños detalles técnicos en el oficio de la crítica.
