Por Daniel Matarrita
En estos últimos años han salido una gran variedad de películas bajo el género de Coming of age o de jóvenes creciendo y afrontando la vida como es. Entre las más recordadas están por ejemplo Boyhood, The Perks of Being a Wallflower, Palo Alto o The Fault in Our Stars. La película de la que voy a hablar, en teoría sí puede entrar en este género, es mucho más que una película juvenil para el cajón.
Me and Earl and the Dying Girl es la historia de Greg, un muchacho que desde muy pequeño con ayuda de su amigo Earl, hace parodias de películas clásicas como A Clockwork Orange, Vertigo o Apocalypse Now entre muchas otras, algo parecido a la película con Jack Black, “Be Kind Rewind” (si no la conocen tranquilos, no vale tanto la pena). Un día, por insistencia de su madre conoce a Rachel, una compañera de clase que le acaban de diagnosticar leucemia. Así que Greg y Earl deciden hacerle una película a Rachel.
Dirigida por Alfonso Gomez-Rejon un director encargado de la segunda unidad en películas de Alejandro Gonzalez Iñarritu y Ben Affleck pero también siendo reconocido por ser director de múltiples episodios de American Horror Story. El guión (excelentemente escrito) estuvo a cargo de Jesse Andrews, el mismo escritor del libro en el que se basa el filme.
Las actuaciones son increíbles. Desde los jóvenes protagonistas, Thomas Mann, Ronald Cyler II y especialmente Olivia Cook, hasta los adultos como Ron Swanson Nick Offerman, Jon Bernthal y Molly Shannon con personajes importantes e interesantes.
La historia se cuenta muy bien dando mismas cantidades de humor con el drama que conlleva una situación así.
En momentos se siente como una película de Wes Anderson, con movimientos de cámara y encuadres muy similares, en otros momentos también se siente como la película estrenada el año pasado, Frank (si no la han visto, no se las puedo recomendar de mayor forma) con ese weirdness de películas relativamente independientes, y la clara comparación con The Fault in Our Stars por los temas que toca.
El encargado de la música fue Brian Eno (reconocido tanto por su carrera solista como por ser productor en álbumes de Coldplay, U2, David Bowie entre otros). A pesar de que no hay mucha música en la película, la poca que hay aumenta el sentimiento de la escena.
En conclusión, una película con mucho corazón, que se siente fresca a pesar de las influencias que hay y que se puede llamar sin duda una de las mejores del año.