Hace un año se celebraron los Emmys 2014. Entre la lista común de nominados (Bryan Cranston, Breaking Bad, Modern Family, etc) se llegó a colar un simple e inusual nombre. Estaba nominado en mejor mini serie. En mejor dirección. Mejor actor. Mejor casting. Mejor actor secundario y 14 categorías más… Nadie lo veía venir. Y sin embargo todos lo esperaban. El nombre era Fargo.

Recientemente se anunció que Fargo estará en Netflix a partir del 10 de octubre. Y recomiendo que la vean, ya que hoy (12 de octubre) inicia su segunda temporada.  No voy a spoilear a nadie, solo voy a hablar de los dos personajes que me parecen más interesantes de la serie.

El universo Coen

La película del mismo nombre fue una bomba cuando se estrenó 18 años antes. Cementó a los hermanos Coen (ahora productores de esta serie de antología) entre los grandes directores de todos los tiempos del cine estadounidense (ya contaban, entre su lista de películas amadas por los críticos, con Blood Simple, Raising Arizona, Barton Fink y Miller’s Crosing). Es imposible hablar de la serie sin hacer referencia a la película homónima. Más que eso, sin hablar del universo particular que persiste en todo lo que lleve la firma Coen.

Lester Nyggard y Lorne Malvo

Los personajes rayan entre el patetismo y lo caricaturesco, y extrañamente esto los hace ser más verosímiles que cualquier otro personaje de ficción.El personaje principal de la serie , Lester Nyggard (Martin Freeman), es una reinterpretación del personaje principal de la película, Jerry Lundegaard (William H. Macy). El hombre civilizado por excelencia; el esposo amoroso y el padre ejemplar, castrado emocionalmente. Ambos solo pueden llegar a estar plenos dejando salir eso que les fue robado desde el momento en que vivieron en los suburbios de “Middle America”: Violencia. Brutal y sin asco.

La caricatura colisiona con la realidad de una manera sangrienta siempre. Y es de esta explosión de polos opuestos que la tónica del humor negro (rayando en el gore realista) encuentra su hogar.

Y así vamos entendiendo un poco más este extraño mundo donde la superficie parece plácida pero las corrientes internas son tumultuosas (me viene a la mente la lavadora de Lester Nyggard, girando sin cesar con un sonido brutal que solo parece preocuparle a él).

De esas corrientes internas, del claroscuro de donde salen los susurros y demonios, sale la verdadera maldad. Una maldad deshumanizada. Una fuerza de la naturaleza; no tiene misericordia en su destrucción. Pero es maldad solo porque estamos del otro lado del prisma.

Porque no podemos ver en blanco y negro. ¿Por qué?, pregunta Lorne Malvo (Bill Bob Thorthon) a Gus Grimly (Colin Hanks) ¿es que podemos ver más tonos de verde que de ningún otro color?

Para Lorne Malvo, la moralidad de sus acciones reside en su propio código de vida. Uno que no se suscribe sonreír cordialmente al vecino, sino en quitarle lo que no se merece tener porque no puede defenderlo. No es maldad, no es violencia: es derecho natural. Y los que lo han olvidado, los que todavía pueden ver los matices de verde, los que sonríen en vez de patear los dientes, no son seres humanos. De ahí que no haya conciencia.

Todos tenemos un depredador dentro. Algunos escogen dejarlo salir. Y de ellos, es el mundo.