Colaboración por Sergio Beeche Antezana.
Parece mentira: Mad Max: Fury Road es buena. Muy buena.
Eso sí, hay que entrar a verla esperando un espectáculo visual tan exagerado que dejaría cansado hasta al más acostumbrado a este tipo de adrenalina.
Pocas veces —o casi nunca, más bien— un filme con una trama tan delgada llega a impresionar no solo por su calidad visual, sino porque, a pesar de esa finura en su argumento, logra profundizar a sus personajes con buenas actuaciones y momentos culminantes dentro de las mismas escenas de acción.
Como si fuera una pesadilla, y haciéndole honor a su título, la cuarta entrega de Mad Max transcurre con una velocidad casi inalcanzable, con furia y locura constantes en la alargada persecución que se desata en el desierto, paisaje ideal para adentrar a la audiencia en el mundo que ya está construido y donde los detalles aparecen poco a poco.
Conforme pasan los minutos, la imaginación del director, George Miller, vuela alto y nos da imágenes en movimiento extraordinarias y llenas de detalle que merecen ser vistas más de una vez para realmente apreciar lo cuidadosamente planeadas que están. Podría parecer mucho, pero la acción nunca se siente monótona o cansina; es por su excelente montaje que no se pierde detalle de los acontecimientos durante la acción, no deja que la rapidez de los cortes imposibiliten ver, con claridad, los momentos hilados dentro de cada secuencia de acción.
Aun más: con enorme fuerza, Charlize Theron se roba cada escena en la que está. Su actuación tiene todos los matices para crear a un personaje con inquietante profundidad. El poco diálogo hace que las expresiones faciales cuenten gran parte de la historia, interior y exterior, y ella lo consigue espectacularmente. Muy rescatable también es Nicholas Hoult, como Nux. (Ahí hay que alabar, por igual, el estupendo maquillaje que lleva él y el resto de los “war boys”.)
No tanto así Tom Hardy, que resulta poco expresivo y con las intenciones más débiles a la hora de incorporarse al argumento, es el punto débil del filme.
Pero, curiosamente, la película no se trata del personaje del título (Max), él queda como parte de un conjunto de personajes (ensemble) que busca la supervivencia en ese fatal mundo distópico. Al final, es sobre las preguntas de la vida, aquello que buscan estos personajes (¿libertad?, ¿felicidad?) y el regreso a la tierra fértil que ayudará a que la vida continúe; como una narrativa circular: el final está donde todo comenzó.
Al terminar, fácilmente se sale de la sala con la boca abierta; la emoción queda latente luego de verla (el auto propio es un simple pedazo de metal).
Mad Max: Fury Road sabe lo que es y lo hace muy, pero muy bien. No solo entretiene, sino que es, de ahora en adelante, modelo a seguir del montón de películas de acción que habrá en el futuro.
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