Por Sergio Beeche Antezana
No esperaba nada de 50 Shades of Grey. Luego de verla me di cuenta —y hay que tener claro— que la expectativa, conversación y controversia que rodea a esta película es más grande que la película misma. Existen opiniones tan divididas desde el lanzamiento del libro en que basa su historia que esperaba llegar a ver algo al menos explosivo, fuera bueno o malo. En su lugar, 50 Shades of Grey, la película, es producto tan mediocre que se olvida al instante luego de poner el pie fuera de la sala.
Es evidente que el material no daba para mucho (prácticamente nada) y la directora, Sam Taylor-Johnson, y la guionista, Kelly Marcel, hacen todo lo posible por hacer la historia interesante. Desde su coloración, que tiene fotografía pulida pero monótona, hasta la elección de música que acompaña cada escena específica (resulta la parte más decente que seguramente funcionará mejor como disco independiente que como complemento del filme). Pero luego de un comienzo medio decente, la ya absurda historia pasa a ser una interminable negociación de un contrato donde se detallan las cláusulas de los actos sexuales que quiere tener el famoso señor Grey.
No hay más que eso.
Peor: el filme es pasar dos horas con un par de actores que parece que se conocieron el primer día de filmación y nunca se cayeron bien, pero deben fingir pasión y tensión sexual. Más bien son hasta disparejos de la poca química que tienen. Solo Dakota Johnson hace lo que puede con su papel de la protagonista Anastasia; es carismática y, por suerte, le da un aire interesante a su personaje, pero ni ella misma se lo cree. Con el famoso Christian Grey de Jamie Dornan, ni sus largas miradas, que pretenden ser seductoras, logran tener profundidad; entre tanto personaje poco interesante, él es el más aburrido de todos, y ni siquiera le sale bien el acento norteamericano (él es del norte de Irlanda). Una lástima porque sí es bueno en la serie donde es protagonista “The Fall”, de la BBC.
Los personajes secundarios (si es que los hay) no hacen más que rellenar espacio muerto. Penoso ver a Marcia Gay Harden ahí, haciendo nada.
No llega a evolucionar ni a caracterizar bien y mucho menos tener sentido de cierre con la poca trama que maneja. Después de la mitad, la “peli” se estanca en sí misma y termina aburriéndose solita entre tanto recoveco innecesario y secuencias eróticas que no saben si ser incómodas, tediosas o desesperantes (con buen montaje), mientras la mitad de la audiencia en la sala suspira y se emociona.
Pero entonces, en términos de romance, ¿es a esto lo que se aspira cuando se quiere estar con alguien más? O, en términos de controversia, ¿dónde cabe criticar la película por la situación de la sumisión y machismo y defender la fortaleza e independencia de las mujeres si ellas serán la mayor audiencia que vea esta película? Una que otra frase hace esto un poco evidente para alivianar el asunto, pero es rápidamente olvidado para dar paso a diálogos más sosos y reiterativos.
Para esos temas y discusiones, cuando son representados en películas, yo sugeriría utilizar ejemplos más interesantes que este.