Para ser completamente honesta, solamente he visto el primer episodio de esta serie. Entiendo que como regla general no debemos juzgar las cosas por su cubierta, pero soy culpable de hacerlo siempre con las series y las películas. Si el primer episodio no me atrapa, me cuesta mucho continuar pero en ocasiones he roto ese principio y me he llevado sorpresas maravillosas.
En el caso de esta derivación de Breaking Bad, debo decirles que me atrapó a los dos segundos. La música, las imágenes en blanco y negro fueron capaces de devolverme al sentimiento de asombro que me proporcionaba semana tras semana, aquella que fue una de las mejores series que han pasado por la pantalla chica (aunque ahora decirle eso a un tv de 60 pulgadas es como mentarle a la madre a alguien).
Para poder entender lo que estamos viendo es necesario recapitular un poco qué sucedió en Breaking Bad concerniente a Saul Goodman, el abogaducho de los maleantes. Mr. White básicamente le arruinó la vida y lo hizo esconderse detrás de una fachada de canela y bigotes. No sabemos cuánto ha pasado desde el desenlace fatal de Breaking Bad, pero el miedo y la sensación de persecución que probablemente ha experimentado Saul, aún no ha pasado.
Nos encontramos con una persona derrotada, frustrada y deprimida. Amarrado a un trabajo de servicio como Manager de un Cinnabon en algún mall. Pareciera que la vida de nuestro querido leguleyo transcurre entre paranoia de que algún maleante de su pasado lo reconozca y la nostalgia al recordar el día a día que una vez fue mientras mira un reel de sus anuncios promocionales.
Para mostrarnos la línea de tiempo previa a Breaking Bad, los creadores escogieron utilizar los vibrantes colores que proporciona una ciudad árida como lo es Albuquerque. Viajamos a una época en que la mayor preocupación de Saul mejor conocido como Jimmy McGill, era defender basurillas adolescentes necrofílicos y recibir a cambio solamente 700 dólares como pago de honorarios.
Este Jimmy no es el popular amigo de los criminales, es más bien alguien sin mucha experiencia o colmillo que recurre a ser defensor público pero sin la malicia para saber cobrar. Es alguien que pretende tener confianza en sí mismo pero que detrás de eso esconde inseguridades que van más allá del cómo actuar en un juicio.
Este Jimmy es el underdog y como bien sabemos, los televidentes siempre apreciamos una buena historia del que lucha contra todo por salirse con la suya.
Encontré un poco cansado que para atarnos e intrigarnos, Gilligan y Gould, recurrieran a los cameos, cuando vi el primero me gustó bastante pero luego al final del episodio, cuando nos apareció el segundo cameo, me pareció un poco forzado. Tal vez habrán otras personas que se regocijaron en ver a estos dos queridos personajes de Breaking Bad, yo aún estoy con mis reservas y espero de verdad que no abusen de este recurso.
Me parece que el nivel de esta serie en su primer episodio fue bastante alto y no necesita en lo absoluto que alguien haya visto Breaking Bad anteriormente. Me da la sensación que Gilligan está desarrollando la historia de un modo que se va a explicar por sí misma. Y si no han visto la serie madre y Better Call Saul les abre la espinita, bienvenidos, no se van a arrepentir.
Jimmy los ve de frente y los invita con sus ojitos a acompañarlo en este extraño viaje.