Por Manfred Vargas y Luciana Gallegos
A pesar de que la población mundial está envejeciendo, el cuidado médico de personas mayores de sesenta años, misteriosamente, no es un tema prominente en la ficción televisiva. Por eso, es bienvenida cualquier serie que dirija nuestra atención hacia la lenta decadencia de nuestros cuerpos, la incómoda responsabilidad de cuidarnos y la eventual extinción de cada persona que hemos querido.
Para llenar ese nicho es que aparece Getting On, una subvalorada comedia enfocada en personajes—principalmente mujeres—que trabajan en el área de cuidado médico geriátrico de un hospital californiano y que, sin mucha atención de la audiencia o de los medios especializados, acaba de concluir hace unos días su segunda temporada en HBO. Creada por Mark V. Olsen y Will Scheffer, la pareja de productores, escritores y esposos detrás de Big Love, Getting On está basada en una comedia inglesa del mismo nombre que fue transmitida por BBC Four desde el 2009 hasta noviembre del 2012. Sin embargo, a diferencia de otras adaptaciones americanas de series del otro lado del Atlántico, ésta mantiene la tradición británica de restringir sus temporadas a tan solo 6 episodios.
Getting On se enfoca en la ficticia Unidad de Cuidado Extendido Billy Barnes—nombrada en honor al compositor de esta canción— y en las doctoras, enfermeras y pacientes que conviven día a día en ese espacio. Para darles vida a personajes como la Dra. Jenna James (Laurie Metcalf), las enfermeras Dawn Forchette (Alex Borstein) y Denise “DiDi” Ortley (Niecy Nash) y el enfermero supervisor Patsy De La Serda (Mel Rodriguez), Olsen y Scheffer hicieron uso de sus propias anécdotas sobre el cuidado geriátrico de seres queridos así como las experiencias que Jo Brand, una de las creadoras de la serie británica, acumuló al ejercer de enfermera durante años, lo que da como resultado una serie que, más allá de sus situaciones absurdas, mantiene un alto grado de verosimilitud.
Precisamente esa sensación de naturalidad es uno de los varios puntos fuertes de la serie, los cuáles vamos a desarrollar a continuación y que esperamos los convenzan de darle un vistazo a esta ignorada pero excelente serie.
La apariencia de realismo
En otros tiempos, Getting On –gracias sus pocos escenarios, ausencia de escenas filmadas en exteriores y elenco limitado- hubiera sido una serie multi-camera transmitida en alguna cadena de televisión abierta, con todo lo que ese formato conlleva: laugh-tracks, sets estáticos y un estilo más artificial de actuación e iluminación (si no conocen la diferencia entre una serie single-camera y una multi-camera, piensen en la diferencia estilística entre The Big Bang Theory –multi-camera- y The Office –single-camera).
En el 2014, sin embargo, las circunstancias son distintas y una serie como Getting On puede enfocarse en lograr el máximo grado de naturalidad posible. Por ejemplo, es de esperar que el ala geriátrica de un hospital sea un espacio con niveles de ruido y adrenalina generalmente bajos. Getting On no intenta cambiar esto. Momentos de silencio son permitidos, y la música no diegética es reservada únicamente para los créditos finales. Esa sensación de artificialidad mínima es apoyada también por un estilo de grabación documental logrado con un par de cámaras hand-held, iluminación natural y mucho esfuerzo. La búsqueda de realismo se extiende a la apariencia de las actrices de la serie, quienes gracias a la ausencia de maquillaje y a la omnipresente luz fluorescente del hospital, ostentan un look poco glamoroso que algunos críticos describirían como valiente.
La precisión narrativa
Como ya dijimos anteriormente, Getting On mantiene el modelo británico de temporadas de 6 episodios, lo que requiere de un manejo especialmente hábil y económico de la narrativa y los arcos dramáticos. Es aquí en donde el trabajo de Olsen y Scheffer sobresale con más fuerza, ya que son capaces de cristalizar una gran gama de emociones y conflictos –que van desde la distinción de clases sociales hasta el deseo por una familia y la mercantilización de la salud- en pequeños momentos e intercambios que oscilan de la comedia al drama con delicadeza.
Eso significa que la serie se toma en serio las preocupaciones de sus personajes, aún quienes aparecen durante un solo episodio, pero no fabrica momentos espectaculares. Las situaciones emotivas son tratadas con respeto pero rápidamente, sin melodrama. Después de todo, es una comedia de media hora, y no hay tiempo para interminables reflexiones sobre la muerte de una paciente cuando otra acaba de depositar heces sobre el sillón. El mérito aquí recae en buena parte en las actrices quienes, no importa si son regulares –Metcalf y Nash son particularmente notables- o si aparecen por unos minutos –como las memorables Ann Guilbert y June Squibb, parte del contingente de grandes actrices de la tercera edad que adornan la serie-, siempre dejan una clara impresión en el televidente.
El lado amable de la burocracia
Según dicen sus creadores, Getting On es una celebración del ambiente laboral retratado, un reconocimiento del valioso trabajo realizado por el personal médico aún en circunstancias adversas. Su intención no es imaginar burócratas deshumanizados que solo piensan en sus intereses personales (quizás la Dra. James es la que tiende a acercarse más a este extremo), pero tampoco presentan santos con devoción exclusiva al bienestar ajeno (aunque la generosidad de DiDi es casi sobrehumana). Lo que destacan, entonces, es cómo pequeños gestos conmovedores se alternan con aspectos lamentables de un ambiente lleno de tensiones jerárquicas, conflictos económicos y procedimientos impersonales ridículos.
En otras palabras, al igual que otras series que exploran el ámbito de complejas instituciones burocráticas (hola, The Wire), Getting On confía en la decencia básica de sus personajes, aun cuando no teme desnudar sus malos hábitos o retratarlos en ocasión bajo una luz negativa.
Humor tragicómico
Una fuente recurrente de humor en la serie hasta ahora ha sido el entusiasmo sobredimensionado de la doctora James por sus estudios sobre perineos encogidos, atrofia vaginal e incontinencia fecal (entusiasmo que incomoda a todos los demás personajes y la ha llevado a involucrarse en actividades deshonestas para aumentar el presupuesto.) En un ámbito profesional que no se presta para muchas victorias grandiosas, Getting On muestra con empatía las distintas rutas que cada personaje toma para sentirse valioso. Desde James perseverando para resolver misterios científicos, hasta personajes como DiDi o Colleen (Alia Shawkat), quienes parecen tener más presente la importancia de logros ordinarios como la comodidad de sus pacientes. Y es que Olson y Scheffer tienen el cuidado de mostrar las consecuencias tragicómicas de algunas de estas ilusiones y, en este sentido, el final de la segunda temporada en particular apunta a un camino más enrevesado para el futuro de nuestros protagonistas.
Claro, eso depende de que la serie tenga un futuro. HBO es paciente con sus series y suele darles varias oportunidades, pero si la audiencia no aparece, entonces la cancelación prematura es inminente (RIP Enlightened). Por otro lado, la serie ha gozado de poca publicidad por lo que la mayoría de gente ni siquiera conoce de su existencia. Este artículo es nuestra pequeña contribución para tratar de cambiar esa situación.
La segunda temporada de Getting On todavía no tiene fecha de estreno en Latinoamérica. La primera temporada se puede ver en HBO GO.