Recientemente estuve en Portland, Oregon, una ciudad tan hermosa como extraña, lo cual puedo resumir en su lema extraoficial: “Mantengamos Portland raro” (Keep Portland weird). A veces parece un lugar paralizado en el tiempo y me da la impresión de que en esta ciudad cada quién puede ser la versión de sí mismo que quiere ser, sin temor a ser juzgado.
En un fin de semana en Portland anduve en una bicicleta para cuatro por el Waterfront Park, fui a una feria de artesanías sabatina -que es una de mis actividades favoritas en el mundo- donde vi arte loco e interesante y compré muchos accesorios hechos a partir de cubiertos reciclados. Eso mientras mi esposo pasaba horas practicando caminar sobre una cuerda floja, hasta que logró mejorar su técnica, al punto de poder saltar sobre la misma sin perder el balance. En fin, fue una experiencia relajante y honestamente no sé si era porque estábamos de vacaciones, pero la ciudad ciertamente invita a realizar este tipo de actividades.
Dicho esto y después de experimentar el espíritu de Portland, me pareció apropiado comenzar a ver la serie Portlandia. A pesar de que ya cuenta con cuatro temporadas, yo no sabía bien qué esperar. Portlandia es una caricatura, una exageración de los conflictos y aspectos característicos de los habitantes de Portland, que hacen de esta una ciudad tan peculiar, todo representado en una serie de cortos, ambientados y filmados en esta ciudad y protagonizados por sus creadores Carrie Brownstein y Fred Armisen (quien solía salir en Saturday Night Live). Juntos interpretan un abanico de personajes distintos y en muchos casos son acompañados por actores invitados como Jason Sudeikis, Aubrey Plaza, Sam Adams -el ex alcalde de Portland- y Steve Buscemi, entre muchos otros.
La serie comienza dejando clara su intención con la canción “Sueño de los 90’s” («Dream of the 90’s») en la cual destacan cómo esta década de soñadores con buena actitud, aún se puede vivir y experimentar en Portland, desde su vestimenta y música hasta los ideales de la época, planteando la cuidad como el lugar donde la «gente joven va a retirarse.»
No creo que este show sea apto para todos los gustos, de hecho los sketches aleatorios no son mi expresión de comedia favorita -aunque en ocasiones pueden sacarme un par de carcajadas. Si bien en lo que he visto hasta a hora, me parece que tiene una fórmula simple, que puede aburrir al rato -cada corto se centra un tema y lo explotan al máximo- hay que darle crédito a esta serie porque sí logra respirarse el ambiente y personalidad de Portland. Además, los actores tienen una gran química y sus personajes se sienten espontáneos y naturales, especialmente cuando están representando una pareja, pues logran proyectar muy bien esa energía y mecánica que suelen tener las parejas.
Entre lo que he visto hasta el momento, mis cortos favoritos son los relacionados con la librería feminista, Candace y Toni pueden volver loco a cualquiera que se atreva a poner un pie dentro de este local, logrando incluso intimidar a Aubrey Plaza. Aún me queda mucho por ver para refinar mi opinión, pero según la crítica, el show ha ido mejorando y perfeccionándose con cada temporada, así que creo que vale la pena darle una oportunidad.
Finalmente, si se están preguntando si Portland debe seguir siendo raro, la respuesta es sí, sí debe.
