Recientemente decidí ver Arrested Development por primera vez. Quise verla porque me intrigaba el hecho de que, después de seis años de haber sido cancelada por Fox -si tienen una idea para una serie ¡Por favor, no se la vendan a Fox!- Netflix la retomara para una nueva temporada, esto es un hecho sin precedentes y personalmente me hace recuperar algo de fe en que una industria que considero estancada.
Si bien la temática de la familia disfuncional ha sido sumamente explotada en todos los formatos de entretenimiento posibles, la familia de Arrested Development es especial. A pesar de todos los malentendidos, confusiones y saltos temporales, los Bluth encajan entre sí como engranajes en un reloj suizo, todos tienen encanto y todos son importantes, es cierto que uno va eligiendo sus favoritos -Gob y Tobias- pero en realidad cada uno aporta algo diferente a la mezcla.
Inicialmente, los Bluth son presentados como una familia prominente con un dudoso negocio inmobiliario, el cual fracasa desde el episodio uno y a partir de ahí, la familia tiene que cambiar su estilo de vida y buscar su lugar en el mundo -en la casa modelo.
Michael, que es el único que sabe algo de algo en la familia, se auto impone la responsabilidad de mantener la empresa a flote y apoyar a sus hermanos y madre, mientras su padre enfrenta misteriosos cargos judiciales. Esto es a costa de su privacidad y la de su hijo, George Michael -que es interpretado por Michael Cera en su máxima expresión- después de que se ve forzado a vivir bajo un mismo techo con su hermana, cuñado, sobrina y en múltiples ocasiones, con sus otros dos hermanos.
Uno de estos hermanos es George Oscar Bluth, mejor conocido como Gob. Gob ya ha figurado previamente en nuestro blog como uno de los douchebags de la televisión y con su éxito musical televisivo «It Ain’t Easy Being White Or Brown», interpretado junto con su títere, Frank. Entre lo más notable de Gob tengo que decir que es un mago de profesión, recorre el mundo en un segway, hace la mejor imitación posible de una gallina y es básicamente lo mejor que pudo haber pasado.
Lindsay, la hermana, está acostumbrada a un mundo de abundancia, en el cual su trabajo consiste en participar en diferentes actividades caritativas. Su esposo, Tobias es reconocido por decir las cosas más inapropiadas sin siquiera percatarse. Es psiquiatra pero está convencido de que su vocación es la actuación. Ha recibido también una importante mención en Bad Hair Days como uno de los personajes más marginados de la televisión. Juntos tienen una hija, Maeby, quien vive en eterna necesidad de atención y reconocimiento por parte de sus progenitores y tiene una relación compleja con su primo.
Por otro lado está Buster, el “motherboy” y más mimado de todos, en constante búsqueda de figuras maternas. Tiene un sin fin de títulos, pero no puede trabajar y sufre ataques de pánico. Además es adicto a los jugos de cajita.
Finalmente, a la cabeza de la familia están George “Pop pop” Bluth y Lucille “Gangy” Bluth. Juntos formaron un imperio que intentan conservar a toda costa. Vale destacar que tienen una de las dinámicas de pareja más extrañas, enfermas y adorables de todos los tiempos. Además, no puedo dejar sin mencionar que estoy obsesionada con los guiños de Lucille y los practico constantemente frente al espejo, cuando -casi- nadie me ve.
Al repertorio se unen una serie de personajes recurrentes, como la vecina, mejor amiga y némesis de Lucille, Lucille “2” interpretada por Liza Minelli. El tío Oscar, el gemelo idéntico de George. El terriblemente incompetente abogado, Barry Zuckerkorn. Gene Parmensan, el investigador privado de la familia que siempre aparece de manera sorpresiva. Mi favorito personal, el doctor literal y su terrible manera de informar noticias médicas. Sólo por mencionar unos cuantos.
En fin, con cada episodio y temporada, estos personajes se van ganando el cariño del espectador. Razón por la cual, cuando me acercaba vertiginosamente a la cuarta temporada, comenzaron las dudas ¿Qué iba a cambiar y cómo iba a ser la dinámica?¿Saldrían todos los actores?¿Se verían muy diferentes?¿Estaría todo perdido?
Finalmente llegó el día y sí, tuve muchas impresiones, algunas no muy buenas. En primer lugar, como vi toda la serie en una semana, me acostumbre a la imagen física que los actores tenían hace más de seis años, entonces creo que sí es un poco chocante enfrentarse al cambio físico de muchos de ellos, pero a fin de cuentas fue un proceso rápido e indoloro. Definitivamente pienso que este fue uno de los miedos que tuvieron durante la producción, pero he de reconocer que en general la mayoría se conservan muy parecidos, con excepción de Lindsay (Portia de Rossi), cuyo cambio facial fue bastante dramático, tanto que no estoy segura de si fue a propósito para el personaje, porque no me parece que de Rossi se vea tan diferente en otras apariciones que ha tenido.
Por otro lado, el formato de la nueva temporada me pareció algo confuso. Se va centrando en un personaje a la vez y al principio extrañaba mucho la interacción entre los personajes, porque esto era de lo mejor que tenía la serie originalmente. Además, me di cuenta de que los personajes -con excepción de Gob- no son suficientemente sólidos como para mantener el peso de un capítulo completo sobre sus hombros.
Sin embargo, conforme avanza la temporada, todo comienza a tomar forma. De repente las historias se entrelazan de las maneras más absurdas y es como volver a ver nacer a la familia Bluth. Puedo decir que me gustó la temporada y quedé con ganas de ver más. Sí tengo que reconocer que se tomaron muchas decisiones riesgosas, pero como decía al principio, me alegra que Netflix haya dado este paso, pues la manera en la que se maneja la industria de la televisión es muy caprichosa y ya son muchas las series buenas, que a pesar de tener muchos seguidores, son canceladas simplemente porque las audiencias no funcionan como antes. ¿Quién sabe? Si esta tendencia continúa, tal vez un algún día podamos ver nuevos episodios de Firefly.
La operación de Portia todo mal 🙁
Gob Bluth por siempre <3