Existen muchas razones por las que empezamos a ver una serie de televisión: puede ser porque notamos que está recibiendo buenas críticas, porque ganó algunos premios, porque nos la recomendó alguna amistad o porque conocemos y confiamos en el pedigree de sus creadores. En otras ocasiones, decidimos ver una serie simplemente porque algún aspecto de su premisa nos llama poderosamente la atención, usualmente debido a su originalidad o excepcionalidad. Mi decisión de ver la recientemente finalizada primera temporada de The Bridge se derivó de esa última razón.
Para los que no han escuchado de ella, The Bridge es una serie producida por FX y desarrollada por Meredith Stiehm y Elwood Reid, la cual sigue a dos detectives policiales –un mexicano (Marco Ruiz, interpretado por Demián Bichir) y una estadounidense (Sonia Cross, interpretada por Diane Kruger)- quienes se ven obligados a trabajar juntos luego del descubrimiento de un cuerpo femenino exactamente en el punto en el Puente de las Américas que demarca el límite fronterizo entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua. La serie está basada en Bron, un show escandinavo que parte de la misma premisa, pero con la obvia diferencia geográfica: en Bron, el puente titular se encuentra en la frontera entre Suecia y Dinamarca.
Arrancar una serie con el descubrimiento de un cuerpo femenino ciertamente no es una premisa particularmente original o interesante. Desde que Twin Peaks lo hiciera memorablemente hace más de 20 años, muchas otras series han repetido esa historia, con resultados decididamente mixtos (The Killing, otra serie escandinava que también recibió un remake estadounidense, parte de una premisa similar). Pero lo que en realidad me cautivó de The Bridge es la locación en donde este cuerpo es hallado: la frontera entre México y Estados Unidos, un lugar que guarda mil y una historias pero que hasta ahora se ha encontrado ausente de las pantallas de televisión.
La relación de Estados Unidos con su vecino del sur en general es compleja y controversial, cargada de fricciones, estereotipos y desigualdades difíciles de resumir en una presentación atractiva ante cabezas de estudio y demás financistas. Eso, unido con la reticencia tradicional de los estudios hacia las series con personajes no-blancos, explica el por qué esta zona de los Estados Unidos prácticamente ha sido inexplorada en la televisión. No es sorpresa, entonces, que los ejecutivos de FX al inicio manejaran la idea de que este remake debía ser situado en el puente entre Detroit, Michigan y Windsor, Ontario, con el pretexto de mantener la atmosfera invernal de la serie original. Fue solo gracias a las repetidas apelaciones de Stiehm y Reid que la serie finalmente fue trasladada a la frontera sur.
Uno de los méritos de The Bridge es que en sus primeros episodios no se enfocó solamente en el cuerpo descubierto en el puente y el asesino en serie que inevitablemente resultó estar involucrado, sino que se preocupó por desarrollar toda una serie de personajes memorables a ambos lados de la frontera que serían esenciales para mantener el interés de la audiencia en algunos de sus momentos más débiles (más sobre eso en un momento). La relación entre los dos personajes principales empieza tibia, pero conforme avanzan los episodios se vuelve fascinante y hasta emotiva, evitando seguir los baratos atajos dramáticos que suelen aparecer cada vez que un hombre y una mujer trabajan juntos en una serie; ayuda mucho aquí la buena química entre Bichir y Kruger. El humor fácil sobre las evidentes diferencias culturales afortunadamente también se encuentra ausente. Una decisión creativa interesante es que Sonia Cross –la detective estadounidense- manifiesta evidentes signos de Asperger’s (aún cuando nunca son nombrados explícitamente) lo que la convirtió en un personaje sumamente polarizante para la audiencia, hasta el punto que algunos han descrito la actuación de Kruger como robótica; a mí, al contrario, me pareció un personaje interesantísimo.
Algo no menor que vale rescatar de The Bridge es que los personajes mexicanos son interpretados por actores latinos o de descendencia latina, entonces aunque El Paso aparece como una ciudad sospechosamente blanca (en realidad el 80% de su población es mestiza), del lado de Ciudad Juárez tenemos a actores como Emily Ríos (Friday Night Lights, Breaking Bad), Catalina Sandino Moreno (Maria Full of Grace), Stephanie Sigman (Miss Bala), Alejandro Patiño (Desperate Housewives), Ramón Franco (Weeds) y el ya mencionado Damién Bichir interpretando a personajes principales o recurrentes. Lo que es más, estos personajes suelen hablar en español con acento mexicano, algo poco común en una serie estadounidense (recordemos por un momento al “chileno” de Gus Fring hablando lo que aparentemente era español en Breaking Bad).
Es en los momentos cuando la serie le brinda un espacio a estos personajes y se permite explorar las relaciones entre los habitantes de ambos lados de la frontera que The Bridge muestra las semillas de un programa sobresaliente. Temas como el narcotráfico, la inmigración ilegal, la desaparición de las mujeres de Juárez y la complicidad estadounidense en todos estos asuntos han sido explorados tímidamente hasta el momento pero podrían desarrollarse de manera intrigante en próximas temporadas.
El problema de The Bridge -y a esto aludía anteriormente- es que después de sus primeros episodios introductorios la serie se empantana en una trama predecible y francamente ridícula sobre un asesino en serie infalible que siempre está un paso delante de las fuerzas de seguridad. Todos esos personajes secundarios de los dos lados de la frontera son dejados de lado para atender el complot revanchista de un villano tan caricaturescamente omnisciente que es difícil tomárselo en serio. Estos episodios tienen sus puntos fuertes, especialmente en lo que respecta a la evolución de la relación entre los personajes de Bichir y Krugner, pero por lo demás amenazan con tirar toda la serie por la borda.
Curiosamente, en una reciente entrevista con Elwood Reid, éste mencionó que para los guionistas la trama del asesino en serie tampoco fue muy interesante y que solo la incluyeron por dos razones: 1. Está en la serie original, 2. Fue la única manera con que lograron que FX aprobara una serie situada en la frontera con México con un gran número de personajes hispanos. Volvemos, entonces, a lo dicho al inicio: los canales y estudios todavía le tienen alergia a las series que no tratan sobre hombres blancos en grandes ciudades costeras y, en el caso de The Bridge, fue necesaria una concesión creativa para que la serie pudiera ser una realidad.
Tan grande es el aparente desinterés de los guionistas con la trama del asesino que ésta se resuelve provisionalmente en el antepenúltimo episodio, dedicándose los últimos dos episodios (probablemente los mejores de la serie) a reforzar las relaciones entre los diferentes personajes de la serie y a impulsar la que promete ser la trama principal de la segunda temporada: las desapariciones irresueltas de centenares de mujeres en Ciudad Juárez.
Tocar el tema de los feminicidios es caminar por un terreno minado en donde las posibilidades de caer en simplificaciones y en estereotipos están a la orden del día (algo de lo que, para empezar, la serie no se libró del todo en esta primera temporada).Pero el hecho de que tanto Reid como Stiehn hayan dicho en entrevistas que The Wire es una de sus principales influencias a la hora de planear y desarrollar The Bridge me llena de una cautelosa esperanza. Si en su segunda temporada la serie logra dejar las extravagantes tramas cuyo único propósito es perseguir ratings y decide seguir el camino de escrutinio, sutileza y fuerte impacto emocional que caracterizaron a la serie que los inspiró, entonces The Bridge bien puede convertirse en esa serie original y excepcional que prometía ser en sus inicios.
Por: Manfred Vargas
Sus otros trabajos se pueden encontrar en 89decibeles (les recomendamos leer su columna Café Lumiére), en la página 115 y en su blog La Chop Shop.