Se acaba Breaking Bad y he de admitir que, si bien siempre es triste despedirse de una serie, los eventos de la última temporada casi me hacen clamar por un descanso, por el bien de mi salud cardiovascular. Sin embargo, la nostalgia está ahí e indudablemente despierta la necesidad de ver hacia atrás y recordar el camino que llevó a Walter White a la situación en la que ahora se encuentra, todos esos momentos en los cuales me vi tentada a justificar sus acciones… momentos que quedaron muy, muy atrás.
Si hay un personaje con un desarrollo complejo en la historia de la televisión, ese es Walter White. Tan elaborado y complicado como la química misma, de hecho, muchos tienen la teoría de que su historia está profetizada en el discurso que da a sus alumnos al inicio de la serie: «Técnicamente, la química es el estudio de la materia. Pero prefiero verlo como el estudio del cambio…Se trata de crecimiento, decadencia, después transformación.»
Los cambios de Walt fueron de muchas índoles, tuvo cambios físicos: se enfermó, lo superó y se volvió a enfermar, por ejemplo. Cambios de vestuario: cambió sus camisas verdes por lentes oscuros, un sombrero icónico y un rostro intimidante. Es evidente que el mayor cambio fue en su personalidad -definitivamente Skyler no le conocía muchas facetas antes de casarse con él- pero este cambio comenzó fuera de cámaras, mucho antes de su cumpleaños número 50, el cáncer y las metanfetaminas:
Joven Walt
El brillante químico con un futuro prometedor. Fue su separación de Grey Matter el desencadenante de esta historia, aquí que nació el hombre inseguro, insatisfecho y frustrado. Ahora, este mismo proyecto viene a morderle los talones y a recordarle por qué se convirtió realmente en el gran Heisenberg: el capo de las metanfetaminas.
Profesor de Colegio
El Walter White resignado, trabajador y padre de familia, el que aprendimos a querer -al principio-, la persona a quien la vida había sometido a su antojo, hasta el momento en que le da un bofetada final: cáncer de pulmón. Este es el Walter metódico, el señor dulce de camisa verde, el que hizo una lista de pros y contras antes de matar a Krazy 8, aunque era evidente que no tenía otra opción, el que elaboró una confesión sincera cuando se sintió acorralado. Pero este Walter murió rápidamente y hace mucho tiempo.
Heisenberg, la máscara
Con la quimioterapia, vino la caída de cabello. El nombre: Heisenberg, vino después, cuando Walt conoce a Tuco y se da cuenta de que si quiere estar a salvo y mantenerse en el negocio, es importante presentarse como alguien diferente, su imagen de profesor inocente no le va a servir de mucho en ese mundo. Sin embargo, estaba claro que en ese punto era solamente un nombre vacío, una máscara para proteger su identidad.
Heisenberg, el hombre
Ya no está el cáncer, ya no existe la necesidad de “cocinar”, pero si algo guía las acciones del señor White -y no, no es el bienestar de su familia- es su ambición, él no cocina metanfetaminas, él está construyendo un imperio, como el que le fue arrebatado por Gretchen y Elliot Swartz. El momento en que conoce a Gustavo Fring, se da cuenta del tipo de hombre que quiere ser.
Heisenberg, el monstruo
El capo en todo su esplendor. No aparece de repente, a lo largo de todas las temporadas hemos visto pinceladas de este ser despreciable, tiene una capacidad para manipular sin igual, pero es su instinto de supervivencia lo que lo define. Es el hombre orgulloso que se cree invencible e intocable, sólo porque sí. El hombre que sabe bien cuando hay que eliminar estorbos y no titubea ni un segundo. El que dejó morir a Jane, envenó a un niño y dio la orden de matar a diez reclusos. Quien causó la muerte de su propio cuñado y abandonó a Jessie, cual si fuera un perro rabioso. ¿No creen que Walt podía haber sido más insistente con Jack en que no viniera? ¿No podía decirle con voz tranquila, que se equivocó, que llegó su esposa, que llegaron 80 agentes de la DEA, cualquier mentira? No, Walt sabía que tenía que eliminar a Hank, nada más no quería ensuciar sus manos.
El hombre sin nombre.
El que no tiene nada qué perder. Este es quizá, el más peligroso de todos y mañana lo veremos cara a cara.
-All bad things must come to an end-
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