La idea de esta serie era traer a nuestro tiempo la vida cotidiana de Holly Golightly, el personaje con el que Audrey Hepburn conquistara al mundo entero en Breakfast at Tiffany’s. Al menos así lo afirma su creadora Nahnatchka Khan. La serie recibe su nombre por Chloe McGruff (Krysten Ritter), una adorable, excéntrica y verdadera B—, pero los eventos los vivimos bajo la perspectiva de la inocente, convencional y muy provincial June Colburn (Dreama Walker).
El argumento es simple, June encuentra el trabajo de sus sueños en una empresa financiera neoyorquina, lo pierde y se ve forzada a vivir con Chloe, quien de antemano sabemos que no es nada confiable, aunque no sabemos cuánto… El piloto, como muchos pilotos, no es muy impresionante y puede incluso hacernos dudar, pero la serie va mejorando y tomando forma conforme los capítulos avanzan. Las aventuras y desventuras neoyorquinas de dos muchachas jóvenes es una fórmula típica en lo que a “sitcoms” se refiere, pero en este caso está muy bien escrita, bien ejecutada y el elenco tiene una dinámica excelente.
Uno de los mejores detalles de Don’t trust the B— es James “The Beek” Van Der Beek, con un personaje que es una versión ficticia de él mismo, poniendo mucho énfasis en su vida post Dawson’s Creek. Está bien, esto se ha hecho en otras series, pero el recurso está tan bien empleado en este caso, que el personaje básicamente se roba parte importante del show.
Al final del día es una serie que nos hace reír, que es mucho más de lo que se puede decir de una gran cantidad de comedias que tenemos que soportar actualmente, debido a una industria se niega a comprender el comportamiento de los televidentes. En lo personal considero que casi cualquier cosa es un crimen si provocó esta reacción en Bill Hader de SNL -la mía fue parecida- cuando en un sketch le informan que Don’t trust the B— fue cancelada tras solamente dos temporadas:
