«There is another way to make a change and I will not give up.
I have come too far, I have a plan. It begins today.
Burn it down. Burn it down»
No fue sino hasta el último episodio de la primera temporada de Enlightened donde llegué a apreciar a Amy Jellicoe (Laura Dern)
Durante la primera mitad de la temporada me parecía insufrible su actitud de activista frustrada, sus ideales inalcanzables y esa postura pacifista que adoptó después de su renacimiento espiritual. Luego sucedió lo impensable: sentí que en algún momento, en algún lugar, yo también había sido Amy.
El trabajo de Amy (y su vida en general) apesta. Ella solo quiere hacer lo correcto, sentirse bien y no morir en el intento. Un día descubre que la compañía para la cual trabaja es todo menos lo que aparenta. Al ser esta la representación de todas aquellas cosas que ella odia, todo lo que la ha lastimado, todo lo que quiere cambiar en el mundo; en una decisión más que simbólica, decide traerse abajo la corporación y destruirla para validar su propio cambio personal.
La escena me encanta. Ella está sentada en su escritorio y con ayuda de una contraseña robada, logra infiltrarse en los archivos que son la prueba innegable de sus sospechas. Seguidamente, imagina que derrama gasolina en toda la oficina y le prende fuego mientras escuchamos un extracto de ‘Der Hölle Rache’ de Mozart, dándole un tono dramático bastante apropiado.
Después de todo, ¿quién no ha soñado con quemarlo todo alguna vez?
A pesar de opiniones favorables por parte de la crítica, HBO canceló Enlightened en marzo 2013. Pero al menos nos queda la escena para recordarla.