Por lo general, las fórmulas para que las películas de comedia sean exitosas deben llevar cierto estilo (dentro del mismo género) para que funcionen. Dependiendo del carácter, los chistes agradarán a cierto público y llevará al disfrute completo de la experiencia. Pero más importante resulta el conseguir que una historia de comedia entretenga más allá de sus propio humor; una bien hilada trama resulta a veces más difícil que idear el chiste mismo. Claro está que eso aplica para cualquier película, pero sufren de esa constancia las que quieren entretener con humor.
Sucede con Game Night, de la cual solo el planteamiento de su premisa ya resalta por su merecida originalidad. Venida de la mente de un solo guionista (Mark Perez), la idea base de reunir a un grupo de personas para una noche de juegos es simple, pero efectiva. Al establecer las personalidades de los protagonistas y de los personajes secundarios con facilidad, la historia puede tomar camino al desatarse el peligro real durante una de las veladas. De un tablero de juegos al mundo externo que, de todas maneras, se encadena con los aspectos más absurdos.
De esa manera, Game Night se ve en la posición de balancear acción con comedia. Al salir de cierta zona de confort de un escenario e involucrar a los personajes en situaciones más serias con las que deben lidiar repentinamente. Ese balance se logra muy bien con la dirección de John Francis Daley y Jonathan Goldstein, quienes juegan y se arriesgan con el aspecto visual, en especial, durante las secuencias de peligro y acción. En los momentos más tranquilos, ellos dejan que las actuaciones sean las que sostengan la escena y lleven el ritmo de la comedia.
Lo mejor es que la historia está contada de manera que buen equilibrio en su adecuada edición permita que no sea predecible ni repetitiva. Los giros narrativos que presenta la película vienen de ese guion astuto que supo colocar la premisa y elevarla a cierto grado de más riesgo y culminación. Queda debiendo, entonces, en lograr que el tercer acto caiga en un par de clichés, ni siquiera de comedia, sino de resolución fácil en las películas de espías.
Con todo, el mayor acierto de Game Night está en sus personajes. Por más que sean secundarios, se les hace justicia a todos los que participan en la noche alocada de juegos traídos a la realidad. A través de los diálogos bien colocados es que se vuelven interesantes las pequeñas historias que surgen mientras la principal se desarrolla. Es el buen balance entre los momentos íntimos o más pequeños y las secuencias más grandes de comedia; o, en este caso, de acción. Decepciona la mala actuación de Jason Bateman, que, por suerte, es contrarrestada por la súper carismática Rachel McAdams.
De esta manera, al haberla visto una segunda vez, quedan mejor colocados esos pequeños momentos que construyen las historias detrás de la historia. En cómo las relaciones y dinámicas pueden cambiar y verse amenazadas por terminar mal en una sola noche. Queda bien destacado el trabajo en equipo y las ventajas de confiar en las personas cercanas o hasta encontrar nuevos lazos de cariño entre nuevas experiencias.
Así, Game Night siempre deja que el espectador se divierta, pero procura contar algo con sentido antes de estar solo al servicio de los chistes; siempre confiando en que los actores darán el cuidado extra para profundizar a sus personajes. Mientras exista una visión concreta de lo que se quiere contar y el esfuerzo se note en sus diferentes aspectos (sea narración o comedic timing), el éxito del filme vendrá por sí solo. Qué suerte que Game Night sí merece los elogios que ha recibido, por su historia y por sus momentos de genuina comedia original.
Game Night está disponible en Blu-Ray, DVD y de manera digital.
