The Defenders casi logra hacer gala completa de su potencial

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

Los nuevos estilos de elaboración y distribución de las series de televisión se encuentran en una etapa de cambio cuando se trata de narrativas serializadas y ciertas estructuras propias de episodios y de temporadas. El desarrollo de estas historias dependerá de la constante caracterización y evolución de los personajes y cuidado de los momentos que se construyan para mostrar semana a semana. No todos los programas, claro está, logran eso; muchas, más que series, son películas muy largas sin gota alguna de justificación para tanto tiempo muerto.

Aparecen, entonces, todas estas temporadas de héroes poco convencionales (o más mundanos; sin tanto súper poder, si se quiere) en este servicio de televisión streaming tan popular hoy en día y se construye una pequeña familia de programas originales que se fueron produciendo con la promesa de unirlos en una nueva historia. Mientras que tiene sentido desde una perspectiva ejecutiva, la idea de producir un micro universo televisivo que esté paralelo a su primo del cine no terminó de cuajar —individualmente— en productos que destacaran mucho creativamente. Cada nueva serie era más sosa que la anterior.

The Defenders
The Defenders

Llega The Defenders y pone en la misma habitación a Daredevil (o Matt Murdock), a Jessica Jones, a Luke Cage y a Iron Fist (o Danny Rand) en una serie que llega a ser tan entretenida como desperdiciada. Un conjunto tanto de lo que hacen tan mal las series de Netflix como de las mejores partes de una premisa que une a cuatro personalidades tan tenaces. Se trata de una visión poco supervisada de un concepto interesante y de muchísimo potencial que termina logrando solo la mitad de su capacidad. Pero qué entretenidas que son las partes que sí consiguen la colorida mirada a la relación que tendrán estos no-héroes.

Y es que, a ratos, The Defenders se alarga con diálogos insulsos y conversaciones innecesarias y repetitivas a la mitad de la temporada, lo cual es imperdonable para la poca cantidad de episodios que tiene. La serie se preocupa demasiado por explicar en exceso —y no explicar nada— las motivaciones e intenciones del enemigo, que es aquí cierta organización (The Hand) a cargo de la elegante Sigourney Weaver (quien hace lo que puede con su personaje). Es cuando los villanos tienen más tiempo del necesario en pantalla, en lugar de explorar los conflictos tan interesantes que se plantean del cuarteto principal y las dinámicas que podrían hasta echar chispas entre ellos.

The Defenders
The Defenders

Por suerte, el desarrollo de los episodios de la serie, por más que parezca una larga película, se distinguen como entregas específicas que cumplen con distintas narrativas en cada momento y dentro del arco narrativo general. Hay interés en que sea una serie con propósito tanto individual como general. Es en la segunda mitad que, luego de una introducción tan acertada y enérgica (siendo el tercer episodio el mejor de todos), la serie cae en varios tiempos muertos o repetitivos, comunes en este tipo de series ya establecidas. Peor aún: con solo un par de excepciones, todas las secuencias de batalla están terriblemente dirigidas y editadas. Casi nunca se entiende la acción, especialmente durante el clímax final.

Resulta una lástima porque los primeros cuatro episodios, que construyen y (re)introducen a los personajes, son el enganche perfecto en historia y narración visual (la distinción del filtro de colores para cada personaje es genial e ingeniosa). Esto gracias al excelente trabajo de S.J. Clarkson, directora poco conocida de televisión que imprime un estilo fabuloso a las imágenes de la serie solo durante los dos primeros episodios que ella dirige. Un aspecto que la habría destacado maravillosamente si esa personalidad visual para The Defenders se hubiera mantenido a través de toda la temporada (una pequeña demostración, también, del empeño y vocación que viene hasta de las profesiones que se pensaría como muy creativas por defecto).

The Defenders
The Defenders

El conjunto no logra aprovechar al máximo sus partes ni las capacidades que pueden explotarse para historias alargadas en la TV. Pudo haber concretizado en las contradicciones de personajes que, tal vez, no quieren verse como héroes, pero se ven obligados a enfrentarse a ellos mismos como figuras claramente heroicas. Incluso, dedicar más tiempo a los diálogos y conversaciones entre ellos para construir mejor las bases de la amistad que llegan a tener (durante el cuatro episodio, especialmente). Eso antes de pasar tanto tiempo con los villanos y sus planes huecos o sin mucho sentido. Aún así, el desarrollo de —casi todos— los personajes sí tiene sus momentos interesantes por aquí y por allá.

De todos modos, The Defenders se defiende como serie misma porque funciona sin tener que haber visto las anteriores entregas individuales (siendo Jessica Jones la mejor de las cuatro) y porque pasa como buen y agradable entretenimiento fácil, con actores y personajes suficientemente carismáticos a los cuales se les sigue el camino que toman como equipo improvisado.

Queda, entonces, la agradable recomendación de viernes por la tarde, para verse en maratón o con un ritmo más desacelerado (¡funciona de las dos maneras!). Y, de ser el caso, si una segunda temporada llega a suceder, ahí estaré para continuar el viaje y divertirme con ellos.

The Defenders
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The Defenders ya está disponible en Netflix. Es una especie de culminación de Daredevil, Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage, todas también disponibles en el servicio.

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