Termina otra emocionante y alocada temporada de Shameless, no sé ustedes pero esa espera hasta abril del 2015 va a ser demasiado larga y difícil. La familia disfuncional favorita de la televisión simplemente se niega a defraudarnos pues tal como escribí hace algunos meses, los Gallagher son irremplazables e inimitables.
Este episodio empieza con Frank despertando en el hospital luego de dormir quién sabe cuántas horas. Recordemos que en esta temporada el sube y baja de sus problemas de salud nos hizo pensar que en cualquier momento veríamos su funeral, pero como reza el dicho “hierba mala nunca muere” y en el caso de Frank, cualquier hierba es fumable. El hombre se entregó a una vida de indigente por voluntad propia, se bebió todo el alcohol, se metió todas las drogas posibles, entra en su vida Sammy (una hija no reconocida), le robaron un riñón, recibió un trasplante de hígado, Sheyla se casó con él mientras estuvo inconsciente, perdió la memoria por un tiempo y vivió completamente ajeno a lo que podría estar sucediendo en casa de sus hijos. Pero como un fénix, Frank logró recuperarse de todo para al final del episodio gritar a los cuatro vientos que está vivo y alzar sus brazos triunfante e intocable.
Si hay algo interesante que sucede en este final de temporada, es la reivindicación de Fiona como líder del clan Gallagher. Por primera vez en 4 temporadas, Fiona perdió el control (más de una vez) y terminó defraudando a todos, especialmente a sus hermanos. Personalmente, detesté a Fionna en varios episodios porque no podía creer que su hermanito menor terminara en el hospital por inhalar cocaína que ella dejó a su alcance, que le diera vuelta al mejor novio que pudo tener en la vida con el propio hermano y que, para rematar, irrespetara su libertad condicional mientras se pegó el fiestón desenfrenado con el hermano de su ex y sus amigos. Fiona va a la cárcel, pero por una jugada del destino y quizá la ayuda adicional de su vigilante legal, es liberada y se le concede la oportunidad de regresar a una vida normal.
Mientras Fiona estuvo ausente, Lip se echó al hombro el cuidado de sus hermanos y a la vez luchó desesperadamente por salir adelante en la Universidad. Si las situaciones difíciles son las que ayudan a alcanzar la madurez, Lip maduró al menos 10 veces en esta temporada, y bueno, tiene noviecita nueva: la chica universitaria. Siento curiosidad respecto a si esa relación tendrá futuro, honestamente ellos no me parecen una buena pareja, a pesar de toda la ayuda (moral y monetaria) que ella le proporciona. Pero creo que todos sabemos que Lip sigue enamorado de Mandy, quien tampoco la ha pasado bien, incluso sufrió una brutal agresión doméstica por parte de su ahora novio/esposo. Hablando de esposos, Vi y Kevin finalmente tienen a sus bebés y con todo y la enorme responsabilidad económica que eso implica, nunca se vieron más felices.
Carl y Debbie han crecido, ¡y mucho! Yo amo a Debbie, me parece uno de los personajes más honestos de la serie y he sufrido con ella los desencantos amorosos propios de su ahora conflictiva adolescencia. Pasó de ser la niña tierna que incluso pudimos ver al final de la tercera temporada a una adolescente malcriada y caprichosa que quiere dejar de ser virgen. Yo espero que Matt (el ahora amor platónico de Debbie) continúe siendo un caballero y logre hacerla entender que habrá más tiempo para esas cosas, más adelante. Por su lado, ¡Carl también conoció el amor! y lo vivió tan intensamente como un niño de su edad puede vivirlo. La niña en cuestión era su alma gemela, una delincuente juvenil cortada con la misma tijera. Pero este episodio nos deja a un Carl con el corazón roto, Bonnie desaparece y ni siquiera se despide de él. Mi momento favorito, sin duda, los chicos llorando de alegría mientras abrazan a Fiona.
Pero mi pareja favorita del momento son Ian y Mickey. Si yo tuviera que elegir un momento cumbre en esta temporada, sería el episodio de la semana pasada cuando Mickey finalmente sale del clóset y aunque eso le costó bastantes puñetazos propinados por su homofóbico progenitor, sin duda Mickey es ahora más feliz porque está muy enamorado de Ian. Pero en este último episodio me llenó de tristeza constatar que al parecer Ian heredó el trastorno bipolar de su mamá, Mónica. La cara de Mickey cuando Fiona le dice que podrían tener que internar a Ian en alguna institución especializada es desconcertante: Mickey ama a Ian, cambió todo en su vida para poder estar con él. No puede aceptar que ahora que por fin pueden estar juntos, tengan que distanciarse.
En resumen, el nombre del episodio encaja perfectamente con todo lo que sucedió: personajes entrañables que se levantan y caminan. ¡Ah! Y el momento que yo esperé durante toda la temporada, la reaparición de Jimmy. Como dato curioso, elenco actoral de la serie no sabía que Jimmy (Justin Chatwin) iba a estar en este episodio; muy astutos los productores al mantener en máximo secreto la reincorporación de un personaje que dábamos por muerto desde el final de la temporada pasada.
